El reciclaje de hierro se ha convertido en una parte vital de la industria siderúrgica del siglo XXI; mejorando su rentabilidad y minimizando su impacto en el entorno más amplio.
El uso de metales ferrosos secundarios en lugar de la extracción de mineral reduce en gran medida las emisiones de CO2, así como el consumo de energía y agua y la contaminación general del aire. En pocas palabras, el reciclaje de la chatarra existente en acero permite un uso más eficiente de los recursos naturales de nuestro planeta.